Invernal
Soledad
invernal
confluencia ingenua
de esperanza y duelo,
de atención ardiente
y corazón marchito.
(Si supieras, ángel,
cuánto fuego anido,
no consentirías
este invierno ingente.)
Duración
sin final.
En la estepa austera
mi alma despoblada
escruta el infinito,
en espera eterna.
(Si por fin abrieras
tus ojos de estrella,
flores poblarían
mi paisaje aciago.)
¡Qué silencio helado
tirita en mis huesos
donde ayer tus manos
tañeron arpegios!
Tus dedos esbeltos
repliegas en puño
y en mis cuerdas yertas
crecen telarañas.
Discreción
del amor.
La llama votiva
constreñida en brasas
arde en mis entrañas
cercadas de hielo.
(Si tu mano abierta
tocara mis ascuas,
juntos tornaríamos
la estepa en vergel.)
Ruiseñor
del dolor,
no cantes de noche,
cuando el viento ulula
y un filo de hielo
mi pecho atraviesa.
Canta en la mañana,
desde mi jardín,
cuando el verde me hable
de un mejor venir.
(Si ella se apiadara
franqueando el umbral
tu canción ya nada
me lastimaría.)
Tú, Jesús,
Redentor,
que en mortal suplicio
tu carne ofreciste,
enséñame cómo
someterme al yugo;
dime una palabra
que en pie me mantenga
antes que a la angustia
mi fuerza sucumba.
Tú, que, como nadie,
por amor sufriste,
¿cómo conseguiste
acatar la injusticia?
(Si no te sintiera
compartir mi espanto
ya sus pies habría
bañado de súplicas.)
Voluntad.
Aguardar.
Ése es el dictamen
de un destino ignoto
que cierra compuertas
y ahoga torrentes.
(A ti, que deslizas
sobre el mar bravío,
te traigan los vientos
a calmar las aguas.)
15 de julio de 1979
Marzo de 2021