Chon-Ja
Chon-Ja
(Kasumapuge)
Como una sorpresa en la noche profunda
me alumbró tu rostro tras el mostrador.
Estabas allí, no sé desde cuándo
dada a tu faena de licor y charla
con un suave esbozo de sonrisa triste,
madura y lejana, pero hospitalaria
Tras el maquillaje de nieve y harina
tu cara irradió, notándose apenas,
un hálito suave que tocó mis manos,
que llenó mi vaso y que mojó mis labios.
Como un vientecillo de esa medianoche
de invierno, escurrido por una rendija,
vino de tu cuerpo un aire incomprensible
que pasó silbando por toda mi piel.
Pero yo no supe cuando eso ocurrió.
Todo lo que supe fue que al tú decir
tu nombre, en respuesta a mi ruego curioso,
ese nombre ya era para mí una música
que reverberaba, nueva, en mis costillas.
Como campanillas de forja reciente
tus dos sílabas juguetearon en mis labios
fue un beso que di a tus ojos en el aire
mientras me escuchabas repetir: Chon-Ja.
Dos notas extrañas, coquetas y ágiles:
la primera salta y se cuelga en el aire
la segunda ciñe firme al brincador
un rasgo violento que rompe la calma
y un grito que a ella insta, mas no la restaura.
Tu nombre no acaba en tono tan precario
cuanto más lo digo, más sé que algo falta
un tercer sonido que venga a reunir
lo que el toque del inicio cercenara.
Inconclusa como ahora es tu presencia
quita rectitud y firmeza a mis pasos
que más bien quisieran a ti dirigirse
a buscar esa otra cadencia que pueda
devolverme la armonía interrumpida.
Komagane, 10 de enero de 1983